José Luis Barrientos León

Más que mi nombre

 

Mi nombre, gélido aliento que no logra describir quien soy,

con la ausencia sustancial de la historia, que corre por mis venas,

sin el peso de las bocas selladas, que aplasta los recuerdos,

ni la carga de las imágenes intensas, que se aposentan en la memoria,

un apellido, sin nombradía que colme de vértigo la expresión de mi ahora,

sin darle a la esencia más realidad o verdad, que el frío que me alude,

sin evitar la avalancha de oscuridades que crecen en mis noches.

 

Mi nombre, como augusto cedro, de pie al borde de mis sombras,

intentando colorear las pálidas brisas, que acarician mis sentimientos,

ahuyentando los aullidos de mis desgarrados besos,

oh suavizando los aceros que sostienen mis miedos,

que me destierran del paraíso donde se auspicia la esperanza,

de ser tan libre y tan real como mi insignificante epíteto.

 

Quedan adjetivos sigilosos deslizándose como nubes,

por las orillas de la historia y entre el cauce del presente,

como chispas y pedernales que iluminan mis utopías,

las de los ojos brillantes, que anhelan volar para convertirse en aire,

o las manos de ángel, que desean ser tacto para tentar el vientre,

las del corazón cansado, que quiere mi nombre para latir en tu pecho.

Sí, aún queda mi nombre lleno de risa y de gozo,

para ser morada de hechizos cuando tus labios me rozan,

y ser viajero del tiempo, que una mi longevidad a tu ímpetu.