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Vagón

Lo admito que no soy bueno,

tengo ciertos dotes de realidad,

de ira, de bilis, de maldad.

 

De mis ángeles,

de mis demonios,

de ellos no pretendo escapar.

 

La obra maestra de mi todo,

el lienzo blanco de mis partes,

el dolor, la pasión, el incómodo, la flor.

 

De allí broto, del corazón roto

del incienso que se disipo en humo por la habitación,

o en el vago cambio de estación.

 

En aquel dichoso vagón del dolor,

de las tragedias, comedias, hermosuras,

de la plebe, del singular, de la casa, de la calle, de mi tintura, de las llanuras.