Pedro enel

EN LAS PROFUNDIDADES

 

Estaba en mi sueño tranquilo,

cuando, de repente, un ser resplandeciente

me tomó de la mano sin pedir permiso,

llevando mi alma hacia las profundidades del mar.

 

Sentía cómo mi cabeza deseaba explotar,

me costaba respirar,

Íbamos a gran velocidad, como si no hubiera fondo en esas frías y oscuras aguas. 

Pero su luz dispersaba las tinieblas.

podía ver criaturas sin forma, llenas de odio 

indescriptible.

Lo miraba con desesperación, 

 

 Él sonreía, como si dijera no te preocupes, aquí estoy contigo.

 

Comencé a leer sus pensamientos,

que no eran de condena, sino de advertencia:

 

“El hombre se pierde en la vanidad de la tierra,

se aleja del propósito divino...

pero aún tienen esperanza de escapar.

Si no se arrepienten pronto, gritarán:

 

¡Ay, ay, ay! ¡Sácame de este lugar!’

¡Ay, ay, ay de ellos!”

 

Mis queridos lectores, perdónenme por no escribir el resto, pero si lo hago,

esto se vuelve extenso y dirán que es puro cuento.

 

Cuando regresé a mi cuerpo, comprendí:

que Jesucristo murió por nosotros,

dejando su evangelio para que tú y yo

 vivamos en su reino, y así evitar un tormento eterno.