MONTAÑA ENIGMÁTICA
En los albores de nuestra vida empezamos a subir una montaña,
con sentido único y sin retroceso, poseemos todo un derroche
de inconmensurable energía.
Al llegar a la juventud coronamos la cima de la mágica montaña
y continuamos a través de una inmensa y preciosa planicie,
desde allí nos extasiamos con un espectacular panorama.
Observamos que la marcha jamás se detiene porque tenemos
que descender por el otro costado. En este instante, de nuestra
vida, la energía se ha menguado y existe la posibilidad de haber
acumulado pocas provisiones, en la planicie, para culminar
con total éxito el viaje.
El descenso es rápido, puede causarnos profundos mareos,
incluso se presenta la opción de culminar el mágico viaje
completamente inertes, sin llegar a la meta.
Jaime Muñoz, julio 4 de 2023