José Luis Barrientos León

Domingo en la montaña

 

Aquí en esta montaña,

Donde no hay ningún vestigio de impureza

Como ante una ventana al cielo

toda abierta para contemplar la vida

se doma la furia de mis besos

para convertirse en flores encarnadas

como rosas de rojo estridente

deshojadas por el viento y la bruma

en el mas puro espacio de libertad y asombro

 

Vino a despertarme el canto del ave

como la ola hace despertar al mar dormido

para transformar mis desaliños

en brisa suave que refresca los pensamientos

en ropas blancas de lino, llenas la luz de luna

que desprenden mis cansados huesos

para flotar sobre nubes llevado por mis sueños

 

Aquí en esta montaña, descubro la fantasía,

del mañana que despierta con mi hijo

y la esperanza que crece como flora

mi tiempo que parecía expirar

renace entre felinos que luchan

y flores silvestres que esparcen aromas.

 

Muere la egolatría ante la inmensidad selvática

Cómo mueren las rosas deshojadas por la brisa

Muere el tiempo tomado de tu mano

Cómo mueren los miedos cuando te presiento