Nitsuga Amano

Corazón roto clandestino

Tu imagen, cual lúgubre estampa grabada,

se aferra a mis retinas sin tregua,

tu mirada triste en aquel adiós,

en el eco de una lágrima atrapada.

 

 

Oh, bella dama que invadiste mi subconsciente,

consciente soy de tu ausencia que persiste,

mas el corazón, desafiante, no se resigna,

en el eco de tus versos, mi alma insiste.

 

 

Divago constante entre los recuerdos,

transcribo en la noche con incesante afán,

pero el vacío de tus caricias persiste,

un hueco en el pecho que no tiene fin.

 

 

Oh, amante fiel de mis sueños ausentes,

tus versos lloran ahora por tu partida,

mis lágrimas se funden con mis rimas,

en el abismo de una piel ya perdida.

 

 

Soy un creyente clandestino del olvido,

recito con tristeza rimas quebrantadas,

reescribo las líneas de nuestra historia,

en el vaho de un amor que ya no esperaba.

 

 

La soledad se instala en mis suspiros,

la melancolía se enrosca en mis versos,

y en cada palabra encuentro tu ausencia,

un eco desgarrador que no se dispersa.

 

 

En los confines de mis sueños errantes,

recopilo los fragmentos de nuestras vivencias,

los versos claman tu presencia, constante,

despiertan la añoranza y las esencias.

 

 

Las caricias tuyas ya no rozan mi piel,

en la distancia, se desvanecen los encuentros,

anhelo el tacto perdido, un suspiro fiel,

el amor se desvanece entre los huecos.

 

 

Dame tu guía en este laberinto de despedida,

mis palabras son el eco de un dolor profundo,

en cada verso, la esencia de una vida sufrida,

y en cada estrofa, el rastro de un amor moribundo.

 

 

Así prosigue mi voz en la oscuridad perenne,

con la pluma y la tinta como fieles aliados,

en cada verso, la huella de una añoranza que previene,

y en cada estrofa, el eco de momentos deseados.