Nitsuga Amano

Cenizas del recuerdo

Habré de pintar un bosquejo,
donde los trazos se entrelazan,
y en cada noche, reconstruirte,
como un sueño que nunca se desvanece.

 


Al separarnos, los lugares que frecuentamos,
guardan los suspiros de nuestro encuentro,
allí permanecen, inmóviles en el tiempo,
envejeciendo como testigos mudos.

 


Aunque no estés presente físicamente,
una parte de ti persiste en esos espacios,
y al pasar por fuera, disimulo fortaleza,
mientras por dentro me invade el llanto de la tristeza.

 


Aguardo la eterna mañana, anhelando
que el día simplemente pase sin más,
pero mi memoria traicionera acude
a las fotografías, para no olvidarte jamás.

 


Al escribirte este poema, las reminiscencias
de días pasados afloran con fuerza,
impregnados en mí como una lluvia torrencial,
la melodía del llanto de un ángel en mi conciencia.

 


Sin embargo, debo comparecer con serenidad,
borrando las huellas de la vehemencia aparente,
sumergiéndome en lo profundo del mar,
donde las olas opaquen tu voz presente.

 


Como una melodía sin música palpable,
mi memoria tararea tus palabras en silencio,
pues eras vital para mí, como el aire que respiro,
un eco persistente en mi ser, sin remedio.

 


Tu vacío me atormenta, tu ausencia me debilita,
pero en esas cenizas que el viento no pudo llevar,
encuentro fuerza para renacer, para seguir adelante,
y en el recuerdo, encontrar el valor para amar.