Caramelo de Ricina

Queda de mí

Queda de mí 

un par de huesos rotos, 

varios temblores,

una alfombra de mechones

y la quemadura de tu silencio

al apagarse en mi cuello. 

 

Queda de mí

la parodia de un deseo, 

un hambre que se come a sí mismo,

huecos y filos, 

la verdad impuntual 

atrincherada en el centro de mi pecho,

tironeando los nervios. 

 

Si me habita tu ausencia,

poco queda de mí. 

Nada mío, 

nada en mí.