Alejandro Tejero Escribano

Al a virgen de Segovia

A LA VIRGEN DE LA FUENCISLA

            (de Segovia)

 

Ayer visité la ermita

Donde Segovia venera

A su amada virgencita

Que tiene como señera.

De hinojo ante su mirada,

He suplicado esperanza

Con lágrimas derramadas,

Y del perdón la confianza.

Al pie de la débil sombra

De un ciprés de tronco seco,

De S. Juan de la Cruz eco,

Todo el Carmelo renombra.

Bajo las grajeras peñas

Negras grajas alojadas,

Sus graznidos estridentes

Se expanden por la arbolada.

María, de Cristo, Madre,

Se reza en pequeña ermita

Bajo advocación vendita

De `Virgen de la Fuencisla´.

Goza de veneración

En Segovia, como su isla.

Toda Segovia se rinde

A sus pies con devoción.

Su admiración se enardece

Cuando en la plaza, presente,

Del Acueducto romano

A toda Segovia emplaza

Para rendir su nobleza.

Cada siete de septiembre,

Todo segoviano acude

Para implorar protección

Con inmensa exaltación,

Implorando su perdón.

Viene de tiempo lejano:

“Que acusan a una judía

De falso adulterio vano

Por casarse con cristiano”.

(Las Cantigas del rey Sabio

Recogen este prodigio):

“Desde las peñas la tiran”,

Así paga su osadía:

De la Fuencisla la mano,

La muerte truca en la vida.

El gremio de cardador

Le tiene tal devoción

Que cuida en jaula dorada

Con rejas de forjador.

La virgen de la Fuencisla

Goza de grandes honores:

Su banda y enseña luce

De capitán general.

El Caudillo la distingue

Cual de campo Mariscal.

De Segovia la provincia,

Medalla de oro congracia.

La Fuencisla es vigilante,

Puerto de entrada a Segovia,

Con arco y romano puente

Y varias famosas vías.

Por sentida devoción,

Abogada segoviana

Que, con fiel admiración,

Todas sus desgracias sanas.

Tú serás lucero y guía

Del segoviano sufriente

Que pasa la travesía

De vida casi inconsciente.

Refugio del que a Dios busca

Y esperanza del humano

Que, apoyándose en su mano,

A su Dios encontrará.

El segoviano creyente,

A sus pies se postrará

Y su aflicción expondrá,

Cual doliente penitente.

Como mujer eres madre,

Que cuida del segoviano

Desde la cuna hasta el féretro

Conducido por tu mano.

Dará consuelo María

Al de gran fe visitante

Que encontrará en su agonía

A la madre siempre amante.

Fuencisla, fuente que mana

Agua y gracias a raudales,

Aunque su agua no es potable,

Su gracia será alcanzable.

Alejandro Tejero Escribano.

(Gijón, 10-5-2018)

A LA VIRGEN DE LA FUENCISLA

            (de Segovia)

 

Ayer visité la ermita

Donde Segovia venera

A su amada virgencita

Que tiene como señera.

De hinojo ante su mirada,

He suplicado esperanza

Con lágrimas derramadas,

Y del perdón la confianza.

Al pie de la débil sombra

De un ciprés de tronco seco,

De S. Juan de la Cruz eco,

Todo el Carmelo renombra.

Bajo las grajeras peñas

Negras grajas alojadas,

Sus graznidos estridentes

Se expanden por la arbolada.

María, de Cristo, Madre,

Se reza en pequeña ermita

Bajo advocación vendita

De `Virgen de la Fuencisla´.

Goza de veneración

En Segovia, como su isla.

Toda Segovia se rinde

A sus pies con devoción.

Su admiración se enardece

Cuando en la plaza, presente,

Del Acueducto romano

A toda Segovia emplaza

Para rendir su nobleza.

Cada siete de septiembre,

Todo segoviano acude

Para implorar protección

Con inmensa exaltación,

Implorando su perdón.

Viene de tiempo lejano:

“Que acusan a una judía

De falso adulterio vano

Por casarse con cristiano”.

(Las Cantigas del rey Sabio

Recogen este prodigio):

“Desde las peñas la tiran”,

Así paga su osadía:

De la Fuencisla la mano,

La muerte truca en la vida.

El gremio de cardador

Le tiene tal devoción

Que cuida en jaula dorada

Con rejas de forjador.

La virgen de la Fuencisla

Goza de grandes honores:

Su banda y enseña luce

De capitán general.

El Caudillo la distingue

Cual de campo Mariscal.

De Segovia la provincia,

Medalla de oro congracia.

La Fuencisla es vigilante,

Puerto de entrada a Segovia,

Con arco y romano puente

Y varias famosas vías.

Por sentida devoción,

Abogada segoviana

Que, con fiel admiración,

Todas sus desgracias sanas.

Tú serás lucero y guía

Del segoviano sufriente

Que pasa la travesía

De vida casi inconsciente.

Refugio del que a Dios busca

Y esperanza del humano

Que, apoyándose en su mano,

A su Dios encontrará.

El segoviano creyente,

A sus pies se postrará

Y su aflicción expondrá,

Cual doliente penitente.

Como mujer eres madre,

Que cuida del segoviano

Desde la cuna hasta el féretro

Conducido por tu mano.

Dará consuelo María

Al de gran fe visitante

Que encontrará en su agonía

A la madre siempre amante.

Fuencisla, fuente que mana

Agua y gracias a raudales,

Aunque su agua no es potable,

Su gracia será alcanzable.

Alejandro Tejero Escribano.

(Gijón, 10-5-2018)