Navego sin rumbo fijo,
en el océano del tiempo,
donde los sueños se entrelazan
con susurros de lamentos.
Las olas me susurran secretos,
me cuentan historias del pasado,
mientras el viento acaricia mi rostro,
llenándome de un anhelo apasionado.
En las aguas de la memoria,
se reflejan mis pensamientos,
trozos de felicidad y melancolía,
bailando al compás de los vientos.
Hay corrientes de alegría,
que me empujan hacia la orilla,
pero también hay sombras de tristeza,
que amenazan con su mordida.
Saltan delfines juguetones,
sonrisas que despiertan ilusiones,
mientras las sirenas cantan su canción,
envolviéndome en dulces emociones.
Y en medio de la tempestad,
donde las nubes se desatan,
siento el fuego de tus besos,
quemando mi piel, dejando su marca.
Navego sin miedo ni medida,
buscando tu presencia en el horizonte,
porque en la brisa del recuerdo,
sé que nos encontraremos de nuevo, tal y como en aquel monte.
Así, entre las olas y el viento,
en este viaje sin fin,
dejo que el mar me lleve,
hacia el encuentro con tu ser, sin un solo desliz.
Que mi travesía sea eterna,
que la pasión nunca se apague,
y que en cada verso que escribo,
tu amor sea la llama que me engrandece y enaltece.
Así navego por los mares del recuerdo,
con el corazón enardecido,
buscando la belleza que una vez vivimos,
en este mar de amor compartido.