En la tierra de los sueños y las promesas rotas,
donde la injusticia reina y la esperanza se agota,
erguido me levanto, poeta de la protesta,
con la voz del pueblo en mi verso, fuerte y enérgica.
Grito en versos de fuego, ardientes y rebeldes,
contra aquellos que oprimen y se llenan los bolsillos,
los poderosos que dominan sin piedad ni clemencia,
mientras el pueblo sufre, lucha y padece.
¡Despierten, hermanos míos, despierten del letargo!
La indiferencia nos consume, nos hace esclavos,
es hora de alzar la voz, de unirnos con valentía,
y luchar por nuestros derechos, por la democracia.
En las calles, en las plazas, en cada rincón del mundo,
el eco de mi poesía resonará profundo,
denunciando la opresión, la corrupción y el abuso,
exigiendo justicia, igualdad y un futuro difuso.
Ya no temo a la censura ni al poder que amenaza,
mi pluma es mi escudo, mi voz es mi arma,
con cada palabra escrita, desafío al status quo,
y construyo un mundo nuevo, más justo y sincero.
Que mi poesía sea fuego que ilumine las sombras,
que inspire rebeldía y rompa las ataduras,
que sea el grito del pueblo que clama por su voz,
que derribe los muros y despierte al corazón.
Poeta de la protesta, así me llamo y me nombro,
haciendo eco de las luchas, de cada rostro sin nombre,
en cada verso, en cada estrofa, en cada línea escrita,
mi voz se funde con la voz de una causa infinita.
Protesto contra el silencio, la injusticia y el temor,
con el poder de mis letras, combato el dolor,
y en cada verso levanto la bandera de la libertad,
porque la poesía, compañeros, también puede protestar.