Alvino Avalos (Pachi)

La Tormenta

En la cubierta, nos acaricia el rostro una suave y helada brisa.

El firmamento se ha vuelto oscuro y el viento ha comenzado a cambiar,

las constelaciones han ocultado su brillo y una multitud de saetas de fuego se precipitan en el mar.

Bajo la nave las olas se embravecen tanto como si las surcara el dragón marino Leviatán.

 

Los marineros vociferan y corren apresurados de aquí para allá;

sin embargo ya es muy tarde, la furia de las paredes de agua salada, nos han atrapado en altamar.

Los instrumentos fallan y las brújulas no dejan de girar.

Sobre una mesa en el camarote del capitán, las cartas de navegación se han vuelto papeles en blanco; nuestro destino ha quedado a merced de la tempestad.

 

La tormenta ha venido a torcer las rutas del mar; y a lavar a los hombres de la tripulación

de pies a cabeza, pretende hacerlos olvidar de sus tontas diferencias para unirlos en un mismo luchar tenaz.

En el medio del alboroto un experto marinero permanece inmutable, al notarme asustado me dice - Tranquilo, no hay nada que temer. Sólo es la tormenta, la antigua y misteriosa herramienta, de alguien que es mucho más.