Nitsuga Amano

Castillo de arena

En la habitación sin gracia y sin magia,

café oscuro se vierte en taza vacía.

Lluvia golpea el cristal con tristeza,

mientras la soledad abraza la belleza.

 

 

Una pareja en la memoria se desdibuja,

despareja historia que el tiempo dilapida.

El tiempo desencaja los sueños de antaño,

convirtiendo ilusiones en polvo dañino.

 

 

En la esquina del cuarto, una azucena,

con su melena de pétalos blancos y serena.

Una imagen de amor que el tiempo desgasta,

añeja promesa de eternidad que no se alcanza.

 

 

El castillo de arena, frágil construcción,

se desvanece con el viento, sin compasión.

Sin clemencia el destino deshace su encanto,

dejando solo el eco de un pasado quebranto.

 

 

Y así en la habitación, sin truco ni magia,

la soledad se funde con la melancolía.

En un rincón olvidado, la imagen perdura,

testigo silencioso de una historia oscura.

 

 

En el cuarto vacío, los suspiros se alzan,

y entre las sombras, los recuerdos se abrazan.

El café se enfría, la lluvia cesa su danza,

y la habitación se envuelve en nostalgia y esperanza.