Rafael Parra Barrios

Tu primer lustro en el cielo

 

Mamá, cinco años después de tu partida a la vida eterna, sigues incólume en la familia, 
en sus corazones con hidalguía. 

Continúas como ayer, 
erguida, dando amor, 
el que bordaste 
con sacrificio y vocación. 

Cada momento contigo fue un regalo de Dios, como cada recuerdo tuyo es, hoy, una bendición, una caricia de tu alma bondadosa, que abraza los hogares que ayudaste a formar. 

Continúas aquí, madre querida, pues al respirar, palpamos tu existir, tu obra maternal, imposible de olvidar.

Pincelaste caminos con genuino talante, paisajeando destinos, dignos y fulgurantes, alentadores como para no rendirse jamás, ante los desafios de la humanidad.
 
En este día te evocamos por lo que hacías día tras día, tu fe, tu perenne obrar, por esas conversaciones, que extrañamos, pues, estaban impregnadas de luces, asertividad, comprensión y valores. 

Un diálogo contigo, madre, era una lección magistral que todo remediaba con ínclito saber e infinito furor.

Hoy tu recuerdo a flor de piel, estremece nuestro ser, que te lleva adentro en los latidos del quererte ver, momentos líricos que supiste tejer.

Cinco años después de tu viaje, sigues aquí, de pie, vigente, consecuente, con tus afanes y sueños, fecundando la senda de tu eterno florecer.