Agradezco al todopoderoso,
que me haya concedido,
volar por medio mundo
y hoy volver al nido.
El estar rodeado de todo esto,
que el día de hoy siento más mío,
donde por todos estos rincones mi pasado,
me grita, por medio de los recuerdos vividos.
Aquí está dormida mi primera lágrima,
en el patio juegan las que fueron mis inocentes sonrisas,
y de esos rayos de sol; que platican sin prisa,
en ellos están colgados mis temores por la vida.
El tiempo me ha prestado, años sin intereses,
la suerte me ha dado, amigos de corazón.
Algunas veces he alabado hasta mis enemigos,
porque sus críticas . . . ¡Me han hecho mejor!
Parece que en este lugar la vida duerme su siesta,
porque he podido hablar, con mi gente bajo tierra;
siguen soñando aquí, con sus reclamos y sus quejas,
hasta parece que fue ayer, que me marche de esta tierra.
Razones y motivos me trajeron a este santuario,
mi fuerza de voluntad se estaba deshidratando,
mi alma me lo gritaba, pero no le había escuchado,
que volviera a este terruño, donde el presente es pasado.
José Estrada