En tus manos encontré la plenitud de un sueño
y en tus ojos, vi el silencio de tus noches frías,
en tu pelo, el remanso de tu desnudez altiva
y de tu boca, la soledad de tus labios buenos,
en tu piel, descubrí el grito de un paisaje ajeno,
vi tus ansías en el espejo cruel prohibido,
ahogadas en las dudas sosas de la nada,
pues la plenitud del amor rebasó lo cohibido
y en nuestro lecho; Impregnado el amor... lo vivido
y en mi pecho; Grabado tu olor... y también tu olvido.
Andrés Romo
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