ArturoEduardo

Una historia a recordar 2a. parte

Al paso de tres semanas, Mariano llegó a casa con otra mecedora, que empezó a trabajar con entusiasmo para dejarla en igual estado que la anterior. Beatriz se dio cuenta de este propósito, y entonces comprendió que el gusto de su esposo por tener las mecedoras no era algo solamente de una ocurrencia.

Y esperó que Mariano terminara de trabajar la silla para observar completo el cuadro, y entonces poder compartir ese gusto de su esposo. Después de restaurar la última mecedora, Mariano le invitó, la tarde del sábado, a tomar café. Beatriz pensó que saldrían a un lugar fuera, pero se sorprendió cuando se dio cuenta que en el recibidor estaba una mesa que él mismo había construido y que hacía juego con las mecedoras y las plantas del lugar, colocadas de manera estratégica por Beatriz. En la mesa estaban, además de la jarra humeante de café, crema, azúcar y unos mini panecillos con apariencia agradable a la vista y al gusto, con una luz cálida en un ambiente que invitaba a compartir de una manera muy agradable e íntima.

Sus hijos habían salido con sus amigos, así que les habían dejado el espacio libre. No recordaban hace cuánto tiempo fue cuando pudieron compartir momentos de los dos solamente, sin la algarabía de sus hijos. Pero este día era especial.

Cuando Beatriz se acomoda en la mecedora, se da cuenta de lo confortable del ambiente que Mariano había preparado para poder compartirlo con ella.

Cuando Mariano llega, le pregunta directamente: - ¿qué te parece mi obra? ¿A poco no fue una buena adquisición y un buen arreglo a la entrada? .-Si lo ves detenidamente, el contraste que adquieren las mecedoras con el lugar es algo que denota buen gusto e imaginación.-

-Jajajajaja.!- La risa brotó de los labios de Beatriz intensamente. – No cabe duda de que tienes poca modestia, pero debo reconocer que tu trabajo ha sido excelente. Me gusta la calidad de los detalles en la madera, como acomodaste el recibidor y la decoración. Te felicito.- Le dijo a su sonriente esposo, que la observaba complacido.

Mariano se acomodó en la otra mecedora, tomó su taza de café y se volvió hacia su esposa, para decirle con voz de confidente: - ¿Sabes qué día es hoy? –No. Respondió Beatriz.

- Es 16 de febrero. Respondió Mariano viéndola fijamente a los ojos.

- Es cierto, dijo Beatriz. Una fecha inolvidable, cerca de aquel viejo café, donde nos hicimos novios, hace ya 21 años. ¡Cómo olvidar ese día!

- Precisamente, porque es 16 de febrero, pensé que sería una buena idea el que podríamos pasar una tarde de aquellas, pero aquí en nuestra casa, recordando solo tú y yo.- Dijo Mariano.- - ¿Sabes que los recuerdos tienden a traer consigo mismo una cadena de anécdotas y remembranzas que no vienen a nuestra memoria muy seguido?- -Dijo Beatriz.- -Y esos recuerdos nos traen en ocasiones detalles que habíamos olvidado involuntariamente, que cuando los revives te dejan nuevamente emoción y gusto por volver a esos momentos tan agradables y especiales.- - ¡Me encanta volver a ese tiempo que siempre ha sido tan especial para los dos!

Mariano sonreía al escuchar a su esposa, recordando a su vez las vivencias que compartieron en sus épocas de juventud y estudiantes.

La tarde se pasó volando. Conversando animadamente, en ocasiones arrebatándose la palabra, evocando momentos que les dejaron experiencias divertidas, algunas no tan agradables en los desacuerdos, de los desvelos en las largas noches y días de estudio en la universidad, compartiendo carencias ya casados, la llegada de sus hijos y el verlos crecer y como encontraron poco a poco estabilidad en su vida al empezar a trabajar en sus respectivos empleos, ambos dedicados a la educación.

Cuando se dieron cuenta, ya eran más de las 2 de la mañana. ¡Se habían consumido dos jarras de café y los pequeños panecillos!

¡El tiempo había pasado volando desde las primeras palabras que se intercambiaron!  

Levantándose ambos, ya con sueño, se unieron en un abrazo de identificación mutua, y un apasionado beso que sellaba un pacto de repetir esos momentos lo más pronto posible. Habían redescubierto una amistad que vivieron con anterioridad, y que hoy les dejaba un sabor de boca diferente, agradable, intensa y más madura.

 

Continuará...

 

 

Arturo Eduardo Gámez Torres

Baja California, México

\"Entender el sentimiento del alma y los secretos del corazón ...\"

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