José Luis Barrientos León

Viento de la tarde

 

Viento suave de la tarde,

astillaste mi vieja rebeldía,

con la suave melodía de tu esperanza,

zozobrando en tus alas mi arrogancia,

desterrando mi soberbia y mi ciencia.

 

Como excelsa fuente de armonía,

ofrendaste mi sangre al crepúsculo,

inmolando mis manos a la noche,

para fecundar en mi piel una caricia,

que germina salvaje en las entrañas,

y fenece sosegada en mi lecho.

 

Viento suave de esperanza,

me levantas como águila errante,

sobre el páramo humano,

me elevas a las cumbres para abandonar el hastío,

y reposar sobre frondas cósmicas y sonoras,

como arpas melodiosas en los brazos de la amada.

 

Brisa variante y fugaz,

con tu caricia embriagadora de soledad y sosiego,

quiero beber de tu esencia de flores,

gozar como fantasma abrochado a tu ala,

bajo tu fuerza ignota de ancestrales empíreos,

para tenderme suavemente como alma cansada,

y besar las aureolas de las noches intactas.