Detrás del cuenco azur,
duendes de sal gimen como Dios.
Tocan con sus uñas y sus ojos de mimbre,
el cielo de fieltro que cubre el pasto.
Y es que hoy soy la cruz
que reposa bajo un río verde,
y con mi cuerpo de mármol,
me hago frío y me voy...
Pues, la corriente es lo que
transita mi torso como las
veredas transitan la vida,
y los bichos de la urbe.