Freddy Kalvo

La tortuguita y el jilguero

 

Mi niña linda agraciada:

¿Tú quieres que te haga un cuento

envuelto con mi cariño

con este mi amor eterno?

¡Me encanta que tú lo quieras

y gustoso, te lo leo,

porque tú eres la princesa

en los ojos de tu abuelo!

 

Y el cuento, comienza así:

 

En el patio de la casa

se paró alegre un jilguero

pa´ cantarte niña linda

que tus ojos son muy bellos

que tú tienes la sonrisa

con los brillos de un lucero

que aparece cada noche

e ilumina bien el cielo

pareciendo una lucerna

que se enciende aquí en mi pecho.

 

Y una tortuguita hermosa

caminaba por el suelo

del jardín que florecido

se juntaba con tu pelo

cuando el viento aparecía

¡Ay qué rico sopló el viento,

en tu cara de princesa

al decirme: ¡Yo te quiero!

 

Y la hermosa tortuguita

al oír aquel jilguero

dijo alegre: ¡Qué bonito,

ese cántico del cielo

el que canta el pajarillo

con su trino dulce y tierno!

 

¡Cómo quisiera cantar,

pero yo cantar no puedo!

Ni subir a las alturas

ni tampoco alzar el vuelo

porque soy la tortuguita

y en el suelo yo me quedo.

 

¡Pero vuela tortuguita!

Le decía aquel jilguero

con sus alas extendidas

porque no tenía miedo

de volar a las alturas

del hermoso azul del cielo.

 

¡Ah, pero yo no tengo alas,

aunque fuera mi deseo!

No te apures tortuguita

hoy mis alas yo te entrego

pa´ que puedas tú volar

por el mar y el ancho cielo.

 

Y voló la tortuguita

como vuela aquel jilguero,

llena de felicidad

al cumplir su noble sueño.

 

La enseñanza que nos deja

este cuento que te cuento

es que al ir por el camino

debes dar siempre algo bueno

y ayudar a quien no pueda

alcanzar algún anhelo

como lo hizo el pajarito

como lo hizo el buen jilguero

que le dio a la tortuguita…

¡Alas para alzar el vuelo!