Sir Frido D\'Antuna

El hilo de Ariadna.

Una vez más, se quebró el hilo 

por el tramo más débil. 

Cuando Ariadna entró a su cuarto a toda carrera,

en busca del ovillo de hilo rojo, sin usar,

 le llegó un mensaje al washap. 

\" te cuento amiga, mi novio al fin se compadeció de mí y me compró los aretes que te dije, ahora sí te puedo vender las argollas que tanto te gustan, confírmame si todavía las quieres, un besote, chau \"

Horas más tarde la hija del rey Minos estaba boca arriba en su cama y con los pies en alto, sobre la pared,  buscando en Amazon y OLX unas argollas semejantes para ver si era justo el precio que le pedía su amiguita de la Universidad.

Mientras tanto, allá, en el laberinto

un minotauro se chupaba el último hueso de un tal Teseo.