Nitsuga Amano

Un Recuerdo Que Persiste

La soledad es una suave canción,
que tararea el alma en sus lamentos,
una melodía de amor y dolor,
de dulces recuerdos y oscuros tormentos.

 

 

Es la tristeza de un corazón vacío,
el eco de suspiros que nadie escucha,
es el sabor amargo del vacío,
de una existencia sin nadie en la lucha.

 

 

Es un laberinto de espejos y sombras,
una torre que se yergue en la noche,
una estrella que brilla en la distancia,
que se apaga sin nadie en su derroche.

 

 

Es un mar en calma de aguas cristalinas,
que oculta en su fondo abismos oscuros,
un abismo que grita en sus profundidades,
una voz que se pierde en los murmuros.

 

 

Es un cuervo solitario en un árbol,
que canta su triste y eterna canción,
un eco que resuena en la noche,
que no encuentra ni luz ni razón.

 

 

Es la belleza de un sueño perdido,
la tristeza de un amor que se fue,
es la luz que brilla en lo desconocido,
que se apaga en la noche de la vejez.

 

 

Es el amor que nunca se alcanza,
la pasión que muere sin ser consumada,
es el grito que se pierde en la nada,
la locura que nunca será desentrañada.

 

 

Es el misterio que late en la noche,
el susurro de los dioses dormidos,
es la llave que abre la puerta del más allá,
el camino que nadie ha recorrido.

 

 

Es la esencia y
la belleza del espíritu de la soledad en su máximo esplendor,
una danza entre lo trágico y lo misterioso.

 

 

La soledad es un poema sin fin,
una eterna melodía que no tiene fin,
una tristeza que se convierte en belleza,
y que vive para siempre en el corazón humano.