Aire denso, sobre la bahía
Testamento cruel, tras el deceso
La piel del monte, asentía
E impedía, su pasión y progreso
Patria aguerrida, no ecuánime
Resta la vida, de los contrayentes
Falsa herida, pasión y muertes
Su visión, es prepotente
Vástagos de dioses menores
afligidos y con necesidad de añoranza
Cubren con dolor sus temores
Y optimizan el camino de la venganza
La carroña, en el desierto
Actúa cómo un gran alimento
Sus estómagos, se calientan
Pero rehuyen del mal aliento
Flagrante rol de desprecio
Aturde la libertad de los humanos
Arriban a su locura, los necios
Cebándose, mientras lloran sus manos
El monstruo tildó su victoria
Comprando obediencia a cañonazos
Los lacayos ciegos, le construyeron
Un castillo, que postró en su regazo
La entelequia conduce a desconfiar
Pues los líderes escupen a diario
Que la paz, no tendrá nunca lugar
Si no hay armas en el vecindario
La pertinencia, de la agonía
Nos guía hacia el retraso
Pero al mundo, le convendría
Asentarse paso a paso
En la cima del conocimiento
El espejo se ve retribuído
Mientras el listo coge aliento
El tonto se ve afligido
Almas de agua mansa
Cuerpos hechos de piedra
Sol en tú cielo
Y el rocío, en la hiedra
espectro social invidente
Acoge a la muchedumbre
Creen que su dicho es decente
Y le votan por costumbre
fiebres de celosía y cartón
Calientan, fugaz el instante
Donde vibra, estóica, la razón
Del intelecto estimulante
No es lo mismo, la comunión
Que va sumando intereses
Que cada uno, recular
Esperando a ver qué se cuece
Ley noctámbula que comprime
Los deseos más aberrantes
El rey de todo se exime
Con un poder deliberante
Si el santo obtiene lugar
Su dicha transforma el espanto
Si la luz que se tercia vulgar
No alumbra a la moneda de canto