Felicio Flores

Amiga mía

Amiga mía, una palabra basta para alegrarme el corazón.
Es crónica mi melancolía, lo sabemos los dos.
Ninguna receta médica me funciona a estas alturas de la vida.
No importa; ya no.

Me duelen los huesos en los días húmedos,
y me duermo con libros encima.
Estoy viejo: lo dice el reloj,
mis pasos, que llegan atrasados
a todas partes y a ningún lado.
Lo dicen mis manos,
que dejan recuerdos en algún cajón.

Tomo medicamentos cada ocho horas;
surten efectos sin previo aviso,
pero los tomo igual,
porque el médico así lo dijo.

Amiga mía, ven a pasar un fin de semana conmigo.
Puedes traer a tu perro, para que juegue con el mío.
Hablaremos de cosas irrelevantes,
pero estarás cerca y no distante,
y eso me hará bien.
Seguramente a ti también.

Espero tu respuesta.
Sabes que en casa la puerta siempre estará abierta para ti.
Te mando un beso y un abrazo.

P.D.: No olvides traer los calcetines que tejiste para mí.

—Felicio Flores.