Freddy Kalvo

Súplica de amor

 

No te vayas, no te vayas

que no quiero que te ausentes

porque espero, amada mía,

¡Qué te quedes, qué te quedes!

en mi espacio que es tu espacio

en mi pecho y en mi mente

derrotando soledades

si conmigo he de tenerte;

y por eso, te suplico,

¡Qué te quedes, qué te quedes!

 

No te marches, no te marches

por los bosques con laureles

porque quiero, amada mía,

darte lo que tú mereces.

Solo dime, pero dime,

si es que acaso tú me quieres:

¿Qué tú quieres que te diga

y que pueda convencerte?

Porque clamo por las noches

¡Qué te quedes, qué te quedes!

 

No te escondas, no te escondas

como el sol en el Poniente

que tu luz mucho hace falta

en tristes atardeceres;

y por eso, amada mía,

no me causes ya la muerte

que pausada va llegando

y mi piel más envejece

y hasta al viento yo le pido

¡Qué te quedes, qué te quedes!