Mauro Enrique Lopez Z.

Mi corazón humecido

Mi corazón herido humedecio 

mis ojos al ver tú desprecio.

Tomé mis cuatro ropas y me eché 

a navegar entré el viento y olas altas,

no me importaba nada, porque solo 

quería no saber de tú mal querer,

pero mi Dios es justo.

Días después vino la calma 

y hasta mi pobre alma está sin 

llantos ni dolor, y feliz.

Hoy en el olvido estás mujer y no 

vengas con tu lamento que yo no

estoy para ti sin dolor.