Miguel Ángel Miguélez

Un verso se me deshoja

 

 

 

 

 

 

 

 

Un verso se me deshoja

rojizo bajo el hayedo

temprana vendrá la brisa

a descender del otero

donde un agua transparente,

plata de luna en espejo,

fluye para que dibuje

estrellas por tus cabellos.

 

Un verso se me deshoja

bajo la piel del almendro

que es testigo mudo y sordo

de la magia del encuentro

de la noche con el día

en las matas de romero

donde aquello que se fue

continúa su trayecto

y que a veces nos regresa

como el rayo trae al trueno.

 

Un verso se me deshoja

y al aire va su reflejo

de rama seca y dormida

en grises de otoño viejo.

 

Un verso se me deshoja

tras sombras de lluvia y cierzo,

y nieblas que han de llevar

sus términos más espesos

que solo nos dejarán

rastrojos a ras de suelo

y solo rebrotarán

después de otro crudo invierno.

 

Un verso se me deshoja

y arrastra mis sentimientos;

y a lo lejos, la llanura

lo extiende en escarcha y hielo,

desplomando sus vocales

en lágrimas y recuerdos

por el camino perdido

al ocaso de los cuerpos,

donde el musgo es oración

bajo el mármol, sobre el viento,

donde partió un corazón

buscando seguir latiendo.

donde yace la pasión

en espera de lo eterno.

 

Un verso se me deshoja

y con él, mi pensamiento,

que se viste de borrascas,

de tristezas y lamentos,

de metáforas ausentes

de vida y voces en duelo,

que sangran horizontales

y quiebran verde el acento.

Olvido de primaveras

que nunca verán sus restos.

 

Un verso se me deshoja

por las orillas del sueño

intangible de la vida

en la amplitud de los tiempos.

Los tiempos en que el amor

atraviesa el desaliento

con la fuerza de su ser

aferrándose al deseo

de redimir otra vez

nuestras entrañas del fuego

(donde pudimos arder,

si ardimos, aún ardemos)

porque tu voz, oh mujer,

prendió la hoguera de nuevo,

porque por ti, sin querer,

crece la luz por adentro,

porque por fin comprendí

que del amor somos presos

entre grillos y barrotes,

entre caricias y besos

como nunca imaginé

que volvería a tenerlos,

como sé que solo en ti

una vez más hoy los tengo.

¡Cómo sabes que lo sé!

¡Cómo sé que nos sabemos!

Dos aves en libertad

que buscan llegar al cielo

de las alas del presente

y emprenden juntas el vuelo.

 

Un verso se me deshoja

y se lleva mis silencios

las rimas que eran heridas

y cicatrices del verbo;

eufemismos de una historia

guardada en el cementerio.

Contigo vivo la gloria

y debo reconocerlo:

Que me siento en plenitud;

más que cual fue, y es un hecho.

 

Un verso se me deshoja

letra a letra hasta tu pecho,

un verso, mi tibia rosa,

para decirte: ¡Te quiero!