Mi amante corazón te amó tan fuerte
que siempre tu altivez la soportaba;
y noble y consecuente palpitaba
con única ilusión de poseerte.
Su máxima quimera fue ofrecerte
el mundo de ternura que anidaba;
pues lleno de esperanza imaginaba
con versos y caricias retenerte.
Mas todo el optimismo fue perdiendo
mirando de tu amor su inconsistencia;
y el fuego que portaba fue muriendo
al par de su divina incandescencia;
y toda la pasión que estuvo ardiendo
murió por tu constante indiferencia
Autor: Aníbal Rodríguez.