Andrea Serrato

ANTONIA ARIAS SERRATO

Hay quienes temen a la noche, a la muerte, a los vivos o la ley, hay quienes corren de la responsabilidad, del pánico, de los delincuentes o de las deudas...Yo temía de ti.


Eres Dueña, poseedora de mis contables pertenencias, tengo una vida llena de baratijas pero también dueña de muchos tesoros, cuentos nocturnos, poemas y sueños sacados del silencio.
Mi cuerpo no solo me sorprendió, sino que nos bautizo entre miles de mares y tierras.

Jugando con tus pequeñas pestañas, testigos de este amor, los gestos perfectos de tu cara, ligeros de siestas en el día, volátiles como una cometa alrededor de las estrellas tan relucientes sobre ti.
La brisa parece susurrarme al odio cuanto me quieres, lo puedo confirmar cuando me asomó por la ventana y el reflector de la luna cae en la mitad de mi cama y al girar ahí estas, tan pequeña como un caracol de mar, con tu cabello muy fino como corales, con tu boca delgada y tu lunar hormiga donde los rayos del sol celebran tu existencia.
Sueña un pequeño sueño en el que salga yo.
Solo acuérdate de mi seno y ven a ellos cuando necesites comer, dime que me echarás de menos, te vuelves frondosa como un árbol que se viste de seda, el collar de tu cuello son las gotas de algodón que caen cuando amamantándote estoy.

Yo que siempre fui de amores de una sola noche, poco correspondidos, pero tu fragilidad me hace sentir como si fuese yo tu vela, tu ancla, tu dios, tu universo.
tiene que haber un modo donde sea feliz, pero no puedo encontrarlo sin ti.
Antonia, Valiente, bella aurora del milagro, Ángel de arrumacos y caricias celestiales, mi vida esclava de tu suave y casi imperceptible respiración, es como un ritual plácido estar cerca de tu cielo azul, es casi inevitable, y es que no te culpo pues es la naturalidad de tu alma.
Hija mía, eres una mezcla de caña y cebada, dulce delirio, fugitivo de un amor bien hecho, eres una refundición de tu padre y de mí, retoño de luz, continuación de ti misma.

Todos temen de algo, yo temía de ti, pero este temor lo llevare conmigo para siempre, porque vivir sin ti ya no podría.

Para mi hermosa hija.
Autor: Andrea Serrato