Pedro Antonio Borges Rodríguez

AL ALBOR DE MI LOCURA

Llorar el alba de tús huesos

Ahondar en las plegarias del soñador

Penetrar en las algarabías de la suerte 

Rezar a hombres muertos, sin honor 

 

Denostar a las arpías

Engendrando leyes desiguales 

En un reducto social que te guía

Hacia costumbres de mundos dispares

 

Comerte el dinero a besos

Saciar con sexo tú libertad

Gritar mi verdad de poseso 

Rociar con gasoil la sociedad 

 

La sepia se ahoga en la vaguada

Sus branquias no aguantan sin sal 

Los mundos con guerras se acaban 

Y el hombre, apostilla, que da igual

 

La obligación de ser, en la nada

Sobre un campo virgen y otoñal

Alma triste, de raíz condenada 

Auscultada por el rímel y la cal 

 

Sueños de envidia y obediencia

Relatos de verdades que abducen

Avanza la fiera, por los cruces 

En la noche de la no existencia

 

Las periferias del invierno maldito

Las ocasiones en que no pudo estar

Soñadores de mundos y mitos

La parca renueva su altar 

 

Endiablados pecados del alma 

Dicotomía sin matiz concluyente 

Sofocante verdad la que empalma

A Dios con el hombre corriente

 

Rige con dificultad la entelequia

De partir el mundo en dos trozos 

Uno, para quienes viven el gozo 

Otro, para quien dolor obsequia

 

Arden en la hoguera sueños de cristal 

Falsos ángeles lideran con acritud

Riegan malvas y adoran a su deidad 

Y potencian la era de la esclavitud

 

Una flecha clavada en el corazón

Impidió la liberación de los niños

Grita mi sueño al temible impostor

Que no denigre nuestro cariño

 

Diáspora de humanos orgullosos

Atentan contra la lealtad divina 

Noches remando a flor de Sabina

Canto terrestre de corte meloso 

 

Bajo tierra existe una gran razón

Los dolores se asignan según la economía

El petróleo dicen que es muy cabrón

Es un recurso para oligarquías