El camino de mi vida era un sendero enmarañado, sin señales claras ni guía que me guiara.
Hasta que una señal de amor floreció ante mis ojos, y su sonrisa se convirtió en mi faro de luz.
Ella deshojó el miedo en mi corazón, y su presencia fue la semilla que germinó, transformando mi mundo en un jardín de belleza, en donde sus labios son la miel que endulza mis días.
Su pisada en mi orilla es un regalo divino, y el beber de su manantial es una experiencia eterna, en donde la brisa de su amor me envuelve,y la frescura de su alma me renueva.
Cabalgando al ritmo salvaje de sus fuegos, mi alma se agita al unirse instantes a la suya, y mi corazón retumba al escuchar su voz, una sinfonía celestial que me hace vibrar de amor.
Ella es la estrella que ilumina mi camino, y el sol que teje canciones al interior de mis bosques, una flor que ha desplegado todo su esplendor, y que se ha convertido en la esencia de mi ser.
Así es mi amor por ella, metafórico y romántico, una expresión eterna de amor y belleza, que siempre crecerá, florecerá y nunca morirá