Miguel Ángel Miguélez

El avión y el arpa

 

 

 

 

El avión aletea mi tejado

esquiva los aleros y se posa

tan leve como el arpa que, celosa,

resuena, ya sin agua, en el costado.

 

Desea ser de plumas a su lado,

vivir en libertad, volar dichosa,

dejar atrás el rastro de la rosa,

la herida del amor, que no ha cerrado.

 

El nido está vacío todavía,

los álamos, enfrente, son de sombra.

La austera soledad del pueblo, leda...

 

Transmuta este silencio cada día

el canto de los pájaros que nombra

el tiempo de la luz en dulce seda.