Danny McGee

NOS AMAREMOS.

NOS AMAREMOS.

¿Nos diremos adiós?... Pensemos. Tú y yo nos conocimos en un momento indebido. Tú porque sentías amar eternamente y yo porque creía no amar a nadie más. Pero ambos nos cegamos al vernos a los ojos: el uno vio en el otro lo que en nadie más veía y sin saber nos fuimos amarrando a aquel hechizo. Y sí, fue el mayor hechizo que pudimos haber visto, el mejor de los vividos, el mayor y más sentido.
Recuerdo... recuerdo en tu mirada haber visto la mía, recuerdo que en mis labios soñé sentir los tuyos. Recuerdo la alegría de nuestras manos juntas y ser cómplice y castigo de la humana fantasía.
¿Era todo poesía? No... no era todo poesía pero sí pudo haber sido. Y si no lo fue en su día fue por no querer avance, por no querer sacarte de tu grave tozudez. 
Yo tan solo contemplaba confusiones en tu vida, a una dulce y bella niña que muy poco sonreía. Y de pronto llegó el día en el cual fui a conocerte y, por buena o mala suerte, la atracción llegó y quedó: fuiste una millón y yo uno entre los dos.
Y es cierto que intentamos negarnos mutuamente, salvarnos tontamente de lo que ya sería insalvable: sabíamos a ciegas que había que enamorarse y encontrar esa repuesta que hallan todos los amantes.
No pudimos... y tampoco lo intentamos, pero hoy, que el tiempo a transcurrido, yo siento haber hallado nuevamente aquel hechizo. Y me siento esperanzado para expresarte lo que siento.
Nos amaremos... hoy puedo asegurarte que el futuro está de frente, que el amor va a liberarte y que voy a estar presente. Nos diremos las palabras que conocen los silencios. Nos daremos los silencios que conocen las palabras. Y así, divinamente, nos va a alcanzar un sueño y ambos estaremos en la misma madrugada. 
Te haré sentir amada como nadie más te ha amado. Te haré fundir el alma tan solo con mis labios. Y así verás que el mundo te enseña a sonreír, a ser en un segundo lo que no viste en la vida. Serás mujer y amada sintiéndote feliz y yo te diré entonces que lo nuestro es poesía.