Diego Nicolás García Contreras

Elogio al exterminio

Y así acaba esta tonta figura,

Con un eclipse, 

En un desvarío estelar, 

Que resuelve por condensar, cada fragmento de perfume, cada signo de lenguaje, cada presunta percepción; elevado a la intuición primitiva, en intervalos de agitación, apologías de éxtasis, desarrollo de personaje dentro de la caverna...

No conocimos su estatus, su altura, menos su performace...solo fue un suspiro, una exhalación espontánea en luna nueva dimensión...

Distorsión prófuga, incomprensible y retardada, apurada a la condensación, airada a la rabia...una exposición constante a la soberbia y la irritación, un ladrido extendido y agudo a media noche que en realidad era un llanto, una anunciación de exaltación, una apología a la imperfección, 

Noche a noche, árboles como rejas, columnas vertebrales, y otro borrón; ímpetu de tinta en una noche blanca y cuadriculada...

La hoja arrugada y su sinestesia en mi, como un árbol que cae en medio del bosque dejando una sinfonía en el olvido...

Gota a gota, 

Los vapores del amanecer crearon tras de mi las enredaderas más largas que vió la tierra, los perfumes más densos de frescura...las llamas dejaron carbones que pintaron llamados en el aire...los insectos salieron a recolectar luz, el musgo a abrazar madera, las aves se emocionaron tanto que quedaron paralizadas tambaleándose por el viento en los troncos...una sinfonía letal...que irían a descubrir tras el derrumbamiento, de cada fractal el esparcimiento de todo el micelio entre las rocas y el lienzo que no alcanza la larva, por oír rumores de creación...el impacto fue tan profundo que originó al ser más perfecto ya conocido, una cama viva de muchos corazones...una llama fría  de luz azul que abre portales...e incendia el dolor.