Soledad (Soneto dos rimas)
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En una noche, tormentosa y mía,
de repente llegó su beso helado,
mientras ella besaba, presentía,
que mis ojos se habían derrumbado.
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Su presencia , su olor, su cercanía
y el inquietante aliento inesperado,
llegaban hasta mí sin alegría,
dejando humedecido el tiempo dado.
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Sin hablar de sus besos y sentado,
me llenaba de su melancolía
y de todo el silencio acomodado .
.
¡Oh!, cielos qué quietud, y qué agonía,
el estar y no estar acompañado
en una noche tormentosa y fría.