Matias 01

Deja…

Deja entrar a la que guarda un lugar tibio

debajo de su corazón.

Déjala pasar, quizás es la Eva que sonríe

cuando dios descansa,

y la noche se hace fría.

 

Deja salir al aire que parece humo,

que lleva ceniza y sabor de olvido.

Deja crecer la hierba al lado de las cruces,

es la que hace blanda y acogedora

a la madre tierra.

 

De que viviremos si no encontramos

y de que moriremos si no nacemos;

Si acaso de eso se trata la vida

de algo que llevamos

mientras lo vamos perdiendo…

 

Deja salir a las voces tristes

cuando el dolor golpea muy adentro

y nos deja la semilla

de la muerte en las entrañas;

Si acaso, vale más el hombre que sucumbe

víctima de su pena,

de los que hablan en voz alta y matan  

al muerto que huele a vivo.

 

Sí, que corra el agua, que aplasten

los derrumbes,

y las palabras huyan, se escondan

o se queden quietos junto a los relojes

muertos;

Sí, que huyan todos.

No lo entenderían,

no sabrían que hacer

con el gozo de sufrir las esperanzas.

 

¡Ay, mi vieja voz que lamia en silencio

la verdad!

Déjenme ir detrás de la Eva

que esperaba mi sangre y me hacía fecundar

sus peces en secreta aurora;

¡Ay de mí, de mi aire que se arremolina

y mis raíces de piedra!

¡Ay de aquellos!

¡Ya es de día!

El aire empieza a galopar

y ellos aún no han amanecido.