Abbo

Lapidaciones

Flores y lino bajaron en mi brazo hasta las plantas de tus pies, deslicé mis manos y ropas por tus piernas para dejar las rosas en el mismo suelo que pisabas mis latidos vivos. 

 

¿Tu nombre no era la compañía divina que bajaba de entre las nubes e hizo subir a Enoc a los intemporales cielos de azules infinitos?

 

Compite el solo azul sentimiento corriendo por las venas donde roja sangre corre con tibieza por ti. No bajes al fondo de los mares porque descubrirás que es frío y lúgubre como la soledad de la huyes, como la soledad de la que temes, la misma obscuridad que ves al cerrar tus ojos donde dejarás de ver mi silueta y el color de mis ojos desvanecerá. 

 

Tanta y tanta lluvia fertil nació de mi boca y como luz de sol bañando los campos de algodón mis ojos cubriendo cada centímetro de tu rostro, no ahogo mi respirar pues en cada beso me das el aire que necesito para mantener este manantial abierto. 

 

 

Que injusta es la vida que cuando más extendemos la mano para pedir ayuda y compañía, nos traicionamos haciendo sudar nuestra piel para que imposible sea tomar a alguien que nos eleve y salve de esos pozos fríos y fangosos.

 

Pierdes la luna entre tanta agua, pierdes el suelo sobre tu propio mar, pierdes las estrellas y pierdes la paz. Yo pierdo mi brújula si tus palabras no están.

No dejes salir todo tu querer al entregarlo a sus manos o te quedarás sin nada y te darás cuenta que sus manos siguen siendo suyas y no tuyas, y te darás cuenta que te has quedado sin apenas colores para iluminar tu interior.

 

Miro las antiguas antorchas arder en fotos, fuego de tu corazón plasmado en un instante. Ese calor me alimenta aunque sé que no es real, aunque sé que es de ayer. Ese fuego me hace creer que este mar de sentimiento no es absurdo sino valiente.

 

Finalmente no te equivocaste, que aquello que yo busque esté dispuesto aceptarlo. Si es un río de verdad, aunque fría y desgarradora, una verdad al final. Imbatible, como la Luna en lo más alto.