José Domingo

Todavía

Sobre quienes se alegren
de tus males
todo tu desprecio caiga

De uno en uno
abrochas los botones de la camisa
mañana los peldaños de la escalera
puede que sigas subiendo
de uno en uno.

El lavabo muestra todavía
los estragos del afeitado.
No hay sangre de plástico con filo,
solo coágulos de jabón, pelos y piel mustia, 
como cada vez que no vas al gimnasio. 

Todavía te vales.
Son una premonición las sondas en Marte. 
La masculinidad tiene pegas que nunca te cuentan 
los vendedores de ropa interior y cuartos de baño.

Envejecer no sale gratis,
la vida va endosándote facturas de una en una o varias a la vez
que pagas claudicando ante la evidencia.
Ese dolor que te acompaña 
terminará siendo libertario, como el vello.

Pero te vistes solo y te vales.
Te centras en menesteres cotidianos,
el baño, la cocina, el salón, el gimnasio
tu pequeño mundo para comer, beber, mear, leer, ejem...
Otros de libido rebelde tienen más suerte
resuelven problemas de entrepierna con final feliz. 
Mejor para ellos, piensas tú
que al menos estás vestido y más delgado
pues te quedan grandes los pantalones.

Eso de morir...
Pasa después de haber vivido.