Gala D Angelo

Mesa

La mesa celeste estaba

debajo de las glicinas.

A veces, las glicinas lloraban

sobre la mesa celeste,

¿o era el rocío?

 

En esa mesa celeste, en verano,

se desayunaba,

se almorzaba,

se hacía la tarea,

se pintaba.

A su alrededor corríamos,

reíamos.

Los mayores tomaban mate,

los menores robábamos biscochos.

 

En esa mesa celeste decapitaron 

a dos patos para una fiesta.

(Los patos caminaron sin cabeza

por la galería con pollerita).

El piso de damero blanco y negro

quedó manchado con sangre.

 

La mesa celeste guarda

muchos recuerdos de otros

tiempos.

¿A dónde habrá ido a parar

la mesa celeste?

Me pregunto.

 

¿Seguiremos corriendo alrededor

de la mesa celeste en otra dimensión?

¿Seguirán andando los patos decapitados

girando hasta el cansancio?

¿Se escucharán las risas todavía?

Quizás, y sólo quizás, 

lo que la memoria recuerde,

siga ocurriendo en paralelo.

Pasado, presente y futuro

danzan en un solo compas 

por toda la eternidad.