Mi axioma es amarte,
apocar mis memorias,
mezclar el frío aludo
de mis huesos a las
coplas secretas de tu cuello.
Girar en la maraña
cobriza, que como goterones
colorea tus hombros.
Abrir el follaje de tu alma,
y tocar con las yemas de
mis ojos, los rincones que
aguardan la canción del cielo.
Sollozar con tu voz,
mientras dibujo con
mis muecas, tu figura
penumbral en la acera
de viento, que roba mis
pies, y me vuelve final.
Final en tu carne.