Andres Eloy Forero Terrasi

LA EMBELLECEDORA PENUMBRA

En esa luz tenue de su hogar, con sus pertenencias alrededor, al frente del espejo en el que se observa cada mañana al salir para cumplir con sus obligaciones.

Pero está vez no fue con esa intención, exteriorizando ese sentimiento de sentirse bella, deseada, sensual como una diosa viviente en la tierra en cuerpo de mujer, con su piel desnuda expuesta, en confianza con la poca presencia de luz, el cabello abundante y largo reposando sobre su pecho, tapando el signo más puro y solemne de femineidad, sus senos que han sido capaz de proveer alimento, como también placer y lujuria.

Siempre tan decidida, preciosa con los  hombros descubiertos por el espacio que deja su cabello, su cuerpo, mirada y atención frente al lente de la cámara, captando todo el escenario ayudada por aquel espejo que juntos en armonía y en completo silencio como par de cómplices logran retratar la textura de su piel blanca y suave, su sonrisa, satisfaciéndola, dándole muestra de lo extraordinaria y hermosa qué es, capaz de levantar deseo y  ganas incontrolables de quién pueda tener el placer y oportunidad de admirar aquella fotografía.