David Pech

Amantes

Mi intención no fue desearla
también ella no fue prudente
cuando nos besamos en la madrugada.

Era una noche cálida de marzo
cuando el deseo nos consumía
éramos dos desconocidos
dos personas inmerecidas.
La acompañé una de tantas noches
el ardor en su mirada me decía:
que su cuerpo necesitaba
esas caricias prometidas.
Llegamos a su departamento
un lugar prohibido e inquieto
lanzó su bolso sobre la alfombra
y su vestido cayó sin impedimento.
Me reveló su desnudez al momento
yo entre mis ansias no podía con la lujuria
me acerqué en un arrebato
tocando con sutileza su cintura.
Me dio de probar sus besos
y como un loco tomé de su boca
le acaricié sus blancos senos
su piel un piano que solo se toca.
Ella me quitó el cinturón negro
me abrió los pantalones sin ayuda
y con gesto inesperado
se arrodilló pidiendo mi espesura.
Me quité la camisa y la corbata
lance mi traje al suelo
ya estando desnudos los dos
nos entregamos al cielo.
Devoré el dulce pan de su cuerpo
con autoridad la tomé de las caderas
ella se montó como jinete experto
cabalgando hacia la pradera
produciendo temblores en su vientre,
luego me tumbo hacia la cama
donde nos fundimos amorosamente.
La noche fue un festival de risas
murmullos, confidencias y desvelos
sabíamos que esto no podría ser
aun así cometimos el delito sin miedo.
Nos basto solo una sábana blanca
para que fuera testigo de lo nuestro
la humedad de la cama no impidió
que los dos terminaramos con esto.
Nos convertimos en amantes
que tenemos locas pasiones
ella extasiada sobre la cama
yo encima besando sus pezones.
Después de una jornada de lujuria
los dos terminamos agotados
nunca nos dimos cuenta de la mañana
y de la culpa que nos tendrá atados.
Ella era casada de años
yo apenas con una relación corta
que pena que nuestro idilio
se quede en nuestras bocas.

Porque mi intención no fue desearla
y también ella no fue prudente
cuando nos besamos en la madrugada.