Poetageneraciondel17

Poema de una cárcel mental y el suicidio.

Añoran mis pupilas, amor,

tus ojos, en las frías noches del oscuro invierno

que acarician las pestañas de los pastos vacíos

que emigran a los núcleos urbanos inertes y siniestros.

 

El opaco cristal que refleja mi sombra

tan solo refleja, eso, muchedumbre podrida

que se escampa entre el vasto monte de lágrimas

perdidas;

que se escampa entre el difunto hombre que duerme entre sus migas.

 

Y se ve allí a la pobre niña mutilada

cuya infancia fue arrebatada por sus guerras,

guerras adultas e inútiles, disparos varios, más inútiles todavía;

la niña se siente como en su peor Minerva.

 

Y esparce un charco de oscuridad tan amargo

que cuando roza un cristal de algún zapatito inocente

éste se transforma en fusilamiento de corazones puros

que no merecen ser muerte en tan tristes momentos de la vida.

 

Y afuera ya no hay barrotes, mas la niña,

con sus labios encarnados y el alma llena de sangre manchada de dolor

intenta lanzar su último aliento contra aquel imaginario

mas no consigue salir de la cárcel que la mantiene.

 

Esconde sus manos en su cabeza y,-entre suspiros-

ahorcáse) su cuello como muñequita de porcelana

mientras el aire le falta, el mundo la apuñala,

y de nuevo se va el aire que alguna vez ha venido.