BLANCOS Y LÚCIDOS TRAJES
La verdad llama a la puerta,
y la razón la pregunta,
con qué vestimenta viene.
Y la verdad la contesta,
que está sin ningún ropaje.
La razón abre la puerta,
para que entre a calentarse.
Cada brizna, cada mota,
lleva la esencia del todo.
De la flor que se desprende.
De la vida que se agota.
Y más verdad ya no cabe,
en cada ínfima partícula.
La verdad está en el aire.
La razón está en el centro,
donde se gestan los seres.
Donde nacen las verdades.
Donde las criaturas crecen.
En la raíz de lo bello,
donde viven los sin nombre,
nace el amor, que es el centro.
La verdad cruzó la puerta,
con limpias manos, sin mácula.
Y la razón expectante,
saludó mientras entraba.
El amor, preso entre rejas,
al ver la escena extasiado,
salió libre, sin reservas.
Siempre hay sendas por hollar.
Y siempre hay versos sin letras.
La verdad nunca camina,
entre veredas estrechas.
El amor y la razón,
caminan de verdad hechas.
No se rinden, más se alteran.
El amor llamó a la puerta,
con golpes de ardua insistencia.
Y su llamada quedó,
impregnada de respuestas.
Contestaron al unísono,
la razón y la verdad,
que dentro, estaban atentas.
Senderos entre el follaje,
para caminar a tientas.
Amor, verdad y razón,
van ligeras de equipaje.
Solo llevan corazón,
y blancos lúcidos trajes.
Angel L. Perez ®
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12/01/2023