Denise Arredondo

Soledad

A veces la soledad nos enseña a querernos de manera forzada, de manera de saber amarnos hasta que no nos quede otra. 
A veces la soledad nos golpea por dentro y por fuera, ya no hay ruidos, ya no hay ecos, ya no hay nadie ni nada que nos acompañe tan solo la soledad y nuestra alma. 
Por primera vez creo que me gusta esta soledad que me visita cada día, me gusta porque aprendí a quererme, aprendí a estar sola, aprendí a que no necesito una mano que me prometa cuidar, cuando tengo mis manos que me ayudan a avanzar. 
No necesito otras almas que hagan ruido en las reuniones, no necesito estar en ningún sitio donde las voces opaquen el silencio. No, no necesito nada de eso. 
Me gusta esa soledad.
Me gusta mi soledad.