Hector Loaiza

Muñeca triste

 

rodaron las lámparas tristes mientras los dolores cubrían tus ambientes, tu semblante que carecía de ternura y amor.

 

Tu voz lenta y triste arropaba mí pecho, tus inviernos cubrían mis dominios y encendí la hoguera de mi corazón para abrigarte de la tormenta.

 

Cómo filosos cuchillos abriste un camino en mi alma, allí construiste tu morada, jardines y riachuelos que esconden el crepúsculo.

 

En mi corazón se constituyeron tus países, a tu nombre mis sentimientos te entregaron flores perfumadas, el sol sonrosado y el nacar que viste tu sonrisa.