Raiza N. Jiménez E.

La Última Cita. –

Ahora, vienen a mi mente esos recuerdos

del bello jardín, dónde, por primera vez

tú y yo nos vimos, ya son solo recuerdos.

Nunca olvidaré la sensatez de tu mudez.

¡Y pensé, si no te habla cómo entablas!

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Jamás supe si fue por malicia tú lividez.

Seguí impresionada por un largo rato.

Nunca vi a un hombre con tanta timidez.

Apenas un hola y, eso con mucho recato.

¡Ante el temor es mejor el buen humor!

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¿Acaso recuerdas que casi no me hablaste

Desesperada y en silencio, en nada pensaba.

Aún escucho cuando, por fin, me suplicaste:

“Que nos viéramos otro día, sí no importaba”.

¡Hay situaciones para tomar una distancia!

Estoy acá perpleja, deshojando la Margarita.

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En ese sagrado ritual de: un Sí, No, Sí, No, Sí.

Ruego al Dios de los cielos que no se repita.

Este estribillo, ya se parece más a un Frenesí.

¡Sí la cita es dudosa recuerda: eres la Diosa!

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¡Confieso que me afectó este raro incidente!

Jamás, me había topado con un galán mudo.

Sin embargo, fue así y, creo fue un accidente.

Yo di la oportunidad, y, él hablarme no pudo.

¡Reconocer el traspié de una cita es sensatez!

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