Raúl Bonilla

Diciembre 1

I

Esta era mi época favorita del año

De niño marcaba los días

En el calendario de adviento

 

Pero el tiempo fue borrando la ilusión

Los días se fueron llenando 

Con los fantasmas del pasado

 

El helado viento que sopla en la noche

Aleja los sonidos, se lleva el murmullo 

Todo está silencioso en el bar

Pero aún así, existe una canción…

 

Y bailamos abrazados del suspiro

Mi brazo en tu cintura

Y el tuyo en mi cuello

La suave canción con sus desgarradoras letras

 

La tambaleante luz ultravioleta del desierto

Donde los cadáveres brillan con tonos plateados

Acá no hay verdes, rojos ni blancos navideños

Solo los colores del éxtasis y el deseo

 

La canción nunca terminó

Pero nosotros si paramos de bailar

El desierto era el refugio de los lastimados

La suerte que nunca sonrió

La muerte que de lejos me llamó

 

II

Las luces de mi ciudad, reflejadas en la bahía

Rojos y verdes, neón que te hace volver a ser niña

Momentos especiales a la luz de tu sonrisa

 

Porque Ella tiene el agradecimiento escrito en el rostro

Y me invita a ser niño otra vez

No para contar días

Si no para recordar una canción

 

¿Importa tanto qué el momento no sea eterno?

A pesar de los años 

Todavía tengo mucho que aprender

Hay regalos que uno desea

Pero se necesita sabiduría para apreciarlos

Me estás dando lo que necesito, no lo que deseo

 

Y por mucho prefiero esa mirada de alegría al verme

Ya muchas veces he visto como me miran diferente

Los ojos que expresan que fuí una equivocación

 

Esta era mi época favorita del año

Hasta que un día, ya hace mucho, terminó

Pero tu hermosa mirada restauró la ilusión

 

III

Nunca oí los gritos

Me querían hacer volver

Pero mi corazón se había detenido

El rostro pálido y la vista al cielo

El alcohol mojaba mi rostro

A lo lejos un pájaro cantaba

Y sentía el césped en mis manos

 

Pensé en despedirme

Poder visitar un sueño

Calmar las lágrimas

Con mis alas protegerte

 

En la luz había mucha gente

Esperando con sonrisas en sus rostros

Y extendiendo sus brazos

 

No dudé en continuar

Porque regresaba a casa

Volvía al principio

Ya había saltado del precipicio