César Ortega.

Estoy en paz.

Te volviste presente en un sueño.
¿Llegaste a tranquilizarme o afirmarme?
Estoy en paz dijiste con tu acento costeño.
Estoy en paz y te despediste sin nombrarme.

Aún te extrañamos, pero las cosas siguen bien
Podría decirte que nada nuevo sucede 
Pero sería mentirnos y con los difuntos así no se procede 
Aún te extrañamos y  te pensamos también.

Que injusto el destino contigo 
Tu que siempre fuiste claridad y firmeza.
Maldito el día que guardaste silencio por tristeza.

Siempre plena, alegre y radiante de firmeza.
Que la envidiosa parca osa privarnos de tu entereza.
Maldito decápodo, nos la arrancaste sin tibieza.
Aurelia, cual roble diste ejemplo de fortaleza.