Francisco VV

El rostro humano de las mujeres

No quiero a la mujer empoderada,

mucho menos la “mamá luchona”.

No quiero a la feminazi,

mucho menos su “sororidad”.

 

Amo a la ama de casa

que sueña ser madre algún día.

Amo a la prostituta

que es defensora provida.

 

Me enamora la temporera,

me atrae la drogadicta.

Me enamora quien no habla de más,

que da amor a cambio de nada.

 

Anhelo a la chapada a la antigua:

castidad ante el lecho conyugal.

Anhelo a la patriarcal

que se viste sin provocar.

 

Justina y sus infortunios de la virtud,

mi alma gemela.

Julieta y sus prosperidades del vicio,

mi opuesto sin más.

 

Porque mujeres “fuertes” hay muchas,

tantas, que parece una moda.

Pero tras ellas, en la umbra,

yacen las que amo y son criticadas.

 

Las que son vejadas y calladas,

objetos de desdén y burlas,

femineidades que son nada,

nada… para esta sociedad actual.

 

En mi mente no hay excepciones:

quien no agradece es malnacida.

En mi corazón no hay diferencias:

el rostro humano de las mujeres.

 

Lo que callamos las mujeres.